lunes, 28 de julio de 2025

¿Se puede llorar sin incomodar?

¿Se puede llorar libremente, sin ser mirada como débil?

Muchas veces, cuando he llorado, me han dicho:
“No llores.”
“¿Por qué lloras?”
“Sé fuerte.”

Y no es que llorar me duela… a veces es justo lo contrario.
Pero siento que, cuando lloro frente a otros, mi llanto incomoda.
Sé que no es su intención, quizá solo quieren verme feliz, sonriendo.
Pero muchas veces lloro… y no necesariamente por tristeza.

Lloro porque estoy viva.
Lloro porque ahora soy más consciente de mí, de mi historia, de mi presente.
Antes vivía anhelando, exigiéndome, castigándome por lo que no fue, por no sentirme suficiente. Me hablaba con dureza.
Hoy me hablo con amor.
Y ahora lloro… de gratitud.

Llorar, para muchos, es signo de debilidad.
Y tal vez tengan algo de razón.
Pero no la razón absoluta.

Para mí, llorar es sanar.
Es depurar.
Es hacer espacio para lo nuevo.
Es rendirme ante lo que no controlo.

También intento, cada día, ser mejor persona.
No perfecta, solo mejor.
Caminar hacia lo bello, lo bueno, lo verdadero.
Hacia todo lo que hace bien al cuerpo, al alma y al espíritu.

Hace poco viajé.
Vi un atardecer tan hermoso que lloré.
No podía hacer otra cosa.
No saqué la cámara. No era prioridad.
Solo miré. Respiré. Y grabé esa imagen en mis ojos, en mi alma.
A veces la repito dentro de mí, como un mantra silencioso.

Y el mar…
El mar tiene algo de mí.
O quizá yo tengo algo de él.
El sonido de sus olas me calma. Su inmensidad me abraza.
Y hay un momento, en el atardecer, donde siento que el mar también llora.
Y no de tristeza. Llora por emoción, por belleza, por sensibilidad.
Esa imagen se me quedó grabada. Es como verme desde afuera.

Así que, si algún día me ves llorar, no me detengas.
No me digas “sé fuerte”, ni “no llores”.
Solo mírame con ternura.
Dime:
"Aquí estoy. Si quieres un abrazo, una carcajada o solo silencio… aquí estoy."

Muchas personas solo pueden mostrarse tal cual son frente a sus mascotas.
Ellos no dicen nada, y lo dicen todo.
Son puro amor, sin juicio.
Para mí, ellos son seres evolucionados.
Ojalá aprendiéramos eso.

La vida es corta.
Y yo quiero llorar y reír con la misma intensidad.
Porque cada emoción enseña.
Porque cada instante vale.

Gracias por leerme.
Gracias por estar.

Aquí escribo con la única intención de acompañarte.
Si hoy lloras por algo especial, ya sea de pena o de alegría…
Aquí estoy. Para llorar contigo, para abrazarte desde mis letras,
para recordarte que no estás sola.

Que después del llanto, también viene la luz.
Y que siempre se puede volver a sonreír con el alma.

Luz, amor, ternura y libertad.
Permítete sentir.
Y nunca te olvides de amar…
y de amarte.

—Angela ✨💙





viernes, 24 de enero de 2025

Aqui y Ahora : Un nuevo comienzo

Aquí estoy de nuevo, con un nuevo guion. "Un día a la vez, aquí y ahora" es la frase que me acompaña hoy, mientras inicio un nuevo capítulo en mi vida sin dejar atrás todo lo aprendido. A través de este espacio, quiero compartir mi proceso de encontrar mi mejor versión. No sé cuánto durará esta etapa de volver a escribir para sanar, ya que, cada vez que lo hago, algo en mí se transforma. Escribir siempre me ha permitido reiniciar, cuantas veces sea necesario, hasta llegar a decir: "Sí, esta es la versión de mí que estaba buscando". Acompáñenme en esta aventura un poco loca, donde compartiré mis pensamientos y reflexiones sobre cada situación que vivo y cómo me ayuda a mejorar.

Hace poco fue mi cumpleaños, y decidí celebrarlo sola, conmigo misma. Aún me pregunto por qué a algunas personas les parece descabellado o poco razonable festejar de esa manera. Estoy aprendiendo a apreciar mi compañía con una profundidad y honestidad que nunca antes había experimentado. Hoy quiero contarles cómo me sentí ese día.

Esa noche, tomé un bus hacia Casma. De Lima a Casma son aproximadamente seis horas, pero no había considerado que llegaría a las cinco de la mañana. El bus me dejó en plena carretera, y todo estaba oscuro. Apenas había personas caminando a esa hora, y no pude evitar pensar en lo cómoda que estaría si aún estuviera durmiendo en mi cama. Me asombró ver gente ya trabajando, limpiando las calles tan temprano. Me sentía un poco inquieta, pues nunca había viajado sola de madrugada. A cada paso, le pedía a Dios que me guiara y cuidara. Internamente, le decía: "Padre, te pido guía y protección, pero espero no estar siendo imprudente". Confiaba en que siempre me cuida, y eso me dio paz mientras caminaba.

Llegué a una panadería muy iluminada y pregunté las rutas para llegar a Playa Tortugas, el lugar que había elegido para celebrar mi cumpleaños. Hace años, cuando regresaba de Trujillo con mi familia, vi un cartel que decía "Bienvenidos a Playa Tortugas", y desde ese momento quise conocerla. Recuerdo que era casi las cinco de la tarde, el cielo se veía hermoso, y yo anhelaba ver el atardecer. Sin embargo, ese día mi familia no quiso desviarse. Desde entonces, tenía esa espina clavada. Así que, sin pensarlo mucho, decidí que este sería el lugar para pasar mi cumpleaños.

Mis cumpleaños siempre los celebraba con mi familia, rodeada de ellos, haciendo lo que creían que me haría feliz. Pero este año fue diferente. Al llegar a Casma, me hospedé en un pequeño lugar para descansar. El dueño me preguntó: "¿Te hospedas sola?" Y cuando respondí que sí, me miró con curiosidad y una sonrisa amistosa. Me sentí tranquila, aunque una parte de mí seguía preguntándose por qué a las personas les resulta tan extraño ver a alguien hacer cosas por su cuenta.

Después de descansar un poco, me dirigí a la playa. Estaba emocionada de caminar por la arena y disfrutar del sol y el atardecer. Para mi sorpresa, no había casi nadie. Solo me crucé con una chica que viajaba en su furgoneta, y me emocioné muchísimo. Si yo me sentía diferente por viajar sola, ella era todo un mundo nuevo para mí. La vi trabajando en su computadora, frente al mar, y me saludó con una sonrisa. Ese pequeño gesto me hizo sentir comprendida, y yo, en silencio, la admiré profundamente. Me quedé con las ganas de preguntarle: "¿Cómo lo lograste? Parece un sueño vivir así. ¿Qué debo aprender para poder trabajar y viajar de esa manera?" Pero mi naturaleza poco social me impidió acercarme. Si algún día alguien con ese estilo de vida lee esto, me sentiría honrada de que respondiera esas preguntas. Definitivamente, algo que quiero cambiar de mí es ser más sociable para poder aprender de personas con vidas tan admirables.

Ese día fue especial. Me hizo reflexionar mucho sobre mi vida y mis decisiones. Al mismo tiempo, me sentí profundamente sensible. Frente al mar, lloré y le prometí a la naturaleza que pondría todo de mí para sacar mi mejor versión. Ser una persona sensible es, a veces, un gran desafío, pero también un privilegio. Me emocionó ver la belleza de la naturaleza, y lloré de gratitud por mi vida, por estar presente en ese lugar tan tranquilo, un día después de Navidad, cuando casi todos están en sus casas descansando.

En mi corazón, llevo una profunda gratitud por ese día. Me dio fuerza para comenzar una nueva etapa en mi vida, con más coraje y con la certeza de que, aunque decida viajar sola, nunca estoy realmente sola. Aprender a disfrutar de mi propia compañía es una lección valiosa. Este día me dejó reflexiones, nostalgia, y sí, un poco de miedo. Pero sé que puedo mejorar. Estoy segura de que lo haré.

Dpt: Feliz cumpleaños a MI!