¿Se puede llorar libremente, sin ser mirada como débil?
Muchas veces, cuando he llorado, me han dicho:
“No llores.”
“¿Por qué lloras?”
“Sé fuerte.”
Y no es que llorar me duela… a veces es justo lo contrario.
Pero siento que, cuando lloro frente a otros, mi llanto incomoda.
Sé que no es su intención, quizá solo quieren verme feliz, sonriendo.
Pero muchas veces lloro… y no necesariamente por tristeza.
Lloro porque estoy viva.
Lloro porque ahora soy más consciente de mí, de mi historia, de mi presente.
Antes vivía anhelando, exigiéndome, castigándome por lo que no fue, por no sentirme suficiente. Me hablaba con dureza.
Hoy me hablo con amor.
Y ahora lloro… de gratitud.
Llorar, para muchos, es signo de debilidad.
Y tal vez tengan algo de razón.
Pero no la razón absoluta.
Para mí, llorar es sanar.
Es depurar.
Es hacer espacio para lo nuevo.
Es rendirme ante lo que no controlo.
También intento, cada día, ser mejor persona.
No perfecta, solo mejor.
Caminar hacia lo bello, lo bueno, lo verdadero.
Hacia todo lo que hace bien al cuerpo, al alma y al espíritu.
Hace poco viajé.
Vi un atardecer tan hermoso que lloré.
No podía hacer otra cosa.
No saqué la cámara. No era prioridad.
Solo miré. Respiré. Y grabé esa imagen en mis ojos, en mi alma.
A veces la repito dentro de mí, como un mantra silencioso.
Y el mar…
El mar tiene algo de mí.
O quizá yo tengo algo de él.
El sonido de sus olas me calma. Su inmensidad me abraza.
Y hay un momento, en el atardecer, donde siento que el mar también llora.
Y no de tristeza. Llora por emoción, por belleza, por sensibilidad.
Esa imagen se me quedó grabada. Es como verme desde afuera.
Así que, si algún día me ves llorar, no me detengas.
No me digas “sé fuerte”, ni “no llores”.
Solo mírame con ternura.
Dime:
"Aquí estoy. Si quieres un abrazo, una carcajada o solo silencio… aquí estoy."
Muchas personas solo pueden mostrarse tal cual son frente a sus mascotas.
Ellos no dicen nada, y lo dicen todo.
Son puro amor, sin juicio.
Para mí, ellos son seres evolucionados.
Ojalá aprendiéramos eso.
La vida es corta.
Y yo quiero llorar y reír con la misma intensidad.
Porque cada emoción enseña.
Porque cada instante vale.
Gracias por leerme.
Gracias por estar.
Aquí escribo con la única intención de acompañarte.
Si hoy lloras por algo especial, ya sea de pena o de alegría…
Aquí estoy. Para llorar contigo, para abrazarte desde mis letras,
para recordarte que no estás sola.
Que después del llanto, también viene la luz.
Y que siempre se puede volver a sonreír con el alma.
Luz, amor, ternura y libertad.
Permítete sentir.
Y nunca te olvides de amar…
y de amarte.
—Angela ✨💙